martes, 27 de enero de 2015

UNA COMUNIDAD ESCÉNICA

Un niño entra en el teatro junto a su hermana porque su padre, su madre o ambos, han decidido que ese taller les vendrá bien, tras consultarlo con ellos, claro está, pues siempre tendrán la última palabra ante las iniciativas de los mayores que repercute en ellos. Pero lo que el niño no sabe es de qué va esto. Su hermana, mayor que él, sí. Le han dicho que va a hacer teatro, que conocerá a más niños y niñas, que le ayudará a superar su timidez, que…ha empezado a agobiarse. Tiene pánico a mostrarse en público, a que lo miren, es todo lo contrario a su hermana, extrovertida, egocéntrica, graciosa… ¡Qué soso eres, hijo! le repiten como una cantinela. Pero él ha decidido ya que no va a pasar otra vez por la vergüenza de estar ante todos y tener que hacer o decir algo “gracioso”. Y se niega. Y se lo dice a su madre muy bajito, no le vayan a oír. Su madre intenta convencerlo una vez más, hasta que se da por vencida con cierta frustración. Se lo dice al profesor del taller y éste le suelta al niño:

¡Estupendo porque somos muchos! ¿Quieres ser el fotógrafo del taller? Te dejo mi cámara y vas haciendo fotografías de todo lo que hagamos y a ti te guste. Eres libre para moverte por donde quieras.

Al niño se le enciende un brillo en los ojos y acepta de inmediato.
Así podría empezar la crónica de uno de tantos talleres de los que se hacen en el Centro para niños y niñas con o sin discapacidad, donde todos caben, donde cada uno aportará lo mejor que tenga, donde eres importante.

La crónica también podría describir cómo resuelven problemas de comunicación, el primer día del taller, una niña sorda con otra que no lo es y no sabe lengua de signos. ¡Pues con el whatsapp!

O cómo consigue un niño ciego seguir a otro arrastrándose a través de un pasadizo imaginario sobre las tablas del escenario. ¡El primero va dando golpes en el suelo! Pero lo más interesante de todo es la facilidad con que lo resuelven. No hay juicio ni rechazo ante la discapacidad, sea la que sea, hay relación entre niños y niñas con la misma intensidad por vivir, por jugar al teatro, la danza o los cuentos. Y es esa maravillosa interacción que proporcionan los niños y niñas de los talleres lo que va construyendo ésta pequeña comunidad escénica que es el Centro Escénico Pupaclown. Se trata de ir tallando poco a poco todas las facetas de un bello cristal que muestre la rica e infinita diversidad del ser humano, dinámica y sincera. Y las artes escénicas son una buena excusa, un crisol donde compartir lo mejor de cada cual. La puerta está abierta, nunca se cerrará y las posibilidades tan infinitas como el arte.



1 comentario:

  1. Buaaaa.... Fue empezar a leer el post y dejarse seducir por la experiencia escénica. ¡Viva Pupaclown! y gracias por acercar este mundo maravilloso a los peques, sean quienes sean y cómo sean.

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