miércoles, 27 de mayo de 2015

CADENA DE VALORES


La transmisión de principios y de conocimientos son los pilares de nuestra evolución, sin embargo parece que no son muy estables en los últimos tiempos.
Hace unos días, llegaba a nuestros oídos el relato de Mary, una mujer de 60 años y de origen británico que lleva afincada en nuestro país más de una década. Una crónica, que nos obligó a pensar en cómo estamos transmitiendo los valores fundamentales para la convivencia en sociedad ¿lo estamos haciendo bien?
La pasada semana, Mary fue visitada por su madre y su tía, Roselyn y Catherine, dos ancianas octogenarias con alguna que otra dolencia física. Su tía Catherine, sufre severos problemas en su cadera, lo que la obliga a ir en una silla de ruedas la mayor parte del tiempo. Las tres mujeres, decidieron aprovechar la buena meteorología y pasar el día fuera de la ciudad. Mary empujo la silla de ruedas hasta la estación de transporte público, una vez allí, Catherine se incorporó y comenzó la espiral de contratiempos. Sin apoyo, Mary tuvo que ayudar a la anciana a subir las escaleras del medio de transporte, abrir el maletero e introducir la silla de ruedas, las cuales tienen un peso considerable. Llegó la hora de bajarse y Mary observó sorprendida como el resto de pasajeros habían depositado sillas de playa, neveras de mano, maletas… encima y alrededor de la silla de ruedas ¿Cómo iba a sacar la silla y sostener a Catherine al mismo tiempo? Observó como la gente pasaba a su alrededor sin percatarse de la situación, ni prestar auxilio. De repente, un joven matrimonio de extranjeros se detuvo y comenzó a sacar todos los bultos del maletero. Entre todos la tarea resultó menos ardua  y más gratificante. Quizás el matrimonio hubiese vivido una situación similar o ¿se trata de un cambio en nuestros valores y principios?
Las palabras de Mary navegaban entre la gratitud y la incredulidad, no podía evitar dejar ver un poso de decepción.
              www.dibujosparaunaboda.com de Eva Vega Caña       


Vivimos un momento, en el cual, nuestros jóvenes y no tan jóvenes son personas formadas, con amplio conocimiento técnico y científico. Temas líderes en el sistema educativo actual. Quizás sea el momento de dar un paso adelante y comenzar a incidir en planteamientos sociales en los programas educativos. Volviendo a dar valor a lo que antes lo tenía, y  lo que para muchos sigue siendo un básico para el entendimiento entre los seres humanos. Solo necesitamos predisposición. 

jueves, 14 de mayo de 2015

LA BUENA SALUD DEL TRABAJO EN EQUIPO


En el colegio, en el instituto, en la universidad, en el deporte y en la vida laboral se prodiga el trabajo en equipo.

En la infancia comienza el trabajo en grupo en todas las actividades que se realizan, aún así esta forma de trabajo sigue siendo uno de los quebraderos de cabeza de muchas personas. Especialmente cuando no existe química ni jerarquía a la hora de desarrollar la actividad propuesta.

No todas las personas están capacitadas para aceptar críticas, ni mucho menos las decisiones tomadas por la mayoría del equipo.

Construir un buen equipo


Iniciar una actividad con varias personas es una ardua tarea. El éxito o fracaso de esta depende de la elección previa de los profesionales que la van a realizar y de las virtudes de los mismos en cuanto a coordinación, comunicación, lealtad, cordialidad, motivación, critica, optimismo, respeto, compañerismo, tenacidad, perfeccionamiento, unidad y sobre todo humildad.

Las diferentes personalidades tienen que ser un aliciente positivo para el equipo, ya que la opinión o visión de cada individuo enriquecerá el proceso de creación y con ello el producto final.

Trabajar en grupo da muchas alegrías pero también muchos disgustos, para evitar algunos de ellos como la puntualidad o la carga de trabajo individual deben establecerse unos estamentos, en ellos se sientan las normas con las que cada persona se compromete a respetarlas y cumplirlas durante el tiempo que permanezca en la agrupación.

Las ventajas del colectivo


A medida que pasa el tiempo, el grupo se va conociendo y la producción mejora notablemente. La única pega es que para llegar a ver las ventajas de un buen trabajo en equipo hay que pasar por más de una crisis.

Hay menos estrés porque el trabajo es compartido, descendiendo el volumen de responsabilidades de cada miembro.

Las soluciones se buscan entre todos y mediante un consenso se valoran las mejores opciones. No existe la posibilidad de que un único sujeto lleve la carga de tomar las decisiones definitivas.

Se comparten los sinsabores, pero también la felicidad y ya se sabe que no es lo mismo una celebración con una sola persona que una con varias.

Cada miembro dispone de más información, ya que son muchas cabezas pensando e investigando.

Los resultados del trabajo en grupo siempre son mejores que los del trabajo individual.





Los rompecabezas del enjambre

Situaciones de tensión, llantos, gritos, miradas asesinas son algunos de los gestos que más se repiten cuando se trabaja codo con codo con diferentes personas, pero no tiene porqué ser un problema sino una alegría, ya que son los errores los que nos enseñan.

La mayoría de las contrariedades surgen por el comportamiento de sujetos tiranos que intentan imponer su criterio al resto. También por las personas que no se sienten a gusto con su ocupación y pagan esta frustración con el trabajo del resto. Otra causa es la subdivisión del grupo, el surgimiento de competencia entra las personas y la no implicación de todos los miembros con la misma intensidad y volumen de trabajo.

El enfrentamiento no tiene cabida

Es básico saber controlar los roces que van surgiendo porque si no el equipo se irá deteriorando hasta fracasar. La mejor opción es realizar semanalmente una reunión donde se exprese con sinceridad los problemas que hayan ido apareciendo y, en la misma, solucionarlos convirtiendo poco a poco al grupo en un conjunto sólido e infranqueable.

A medida que el trabajo se va resolviendo, el cansancio y las pequeñas frustraciones se hacen más evidentes, por ello hay que incentivar a los miembros evitando así que la desilusión se apodere de ellos y fomentando el orgullo de ser parte del grupo.

Es un reto trabajar en equipo, para ello hay que colmarse de paciencia, ilusión y armonía. Tener presente que todo tiene solución y entender que la unión se forja con tiempo, trabajo y errores.

miércoles, 6 de mayo de 2015

¡SOY VALIOSO!


 “Tienes que portarte bien”. “Si eres malo Los Reyes Magos te traerán carbón”…  son algunas de las frases con las que los adultos tendemos a  bombardear a los más pequeños. ¿A qué nos referimos? En términos generales, a  como tratamos al resto de  personas, pero  ¿cómo nos tratamos a nosotros mismos? A lo largo de nuestras vidas, son pocos los consejos que recibimos sobre aquello que no debemos pensar o decir sobre nuestras habilidades, aspecto físico o rasgos psicológicos.
 “Si insultas a tus amigos te castigaré” y ¿sí los descalificativos son vertidos por y para nosotros?, ¿qué ocurre? Normalmente nada. Por ello, cuando nos equivocamos, fracasamos o no controlamos una situación, muchos de nosotros tendemos al pesimismo, a la autocompasión y al automaltrato. Para ello contamos con una amplia gama de autocastigos como “no sirvo para nada”, “soy un perdedor”,  “merezco esto y más”. Que levanten la mano quienes nunca hayan difamado su propia persona. Quizás tengamos otras opciones, como reconocer que todos nos equivocamos alguna que otra vez.  Por consiguiente, equivocarse significa que lo has intentado y el verbo intentar solo lo utilizan los valientes. 

Imagen del libro "Don Clemente, un trabajo diferente" donclementeblog


En mayor o menor medida todos intentamos ser empáticos con los demás. Así que ha llegado el momento de mostrar esa generosidad hacia nuestra persona y tirar a la basura el verdugo que llevamos dentro.  Poner un punto final a la espiral de autodestrucción que solo nos conduce al miedo, a la negatividad y al sentimiento de inferioridad. Aceptar la experiencia del momento por difícil que sea, ya que de nada sirve no hacerlo. Además, el victimismo no está de moda.
¡Recuerda! Todos sufrimos, enfermamos, fracasamos, perdemos a un ser querido, y todo esto no significa ser mejor, ni peor que el resto. Todos los seres humanos somos merecedores de compasión y compresión. Autoinfligirse crueldad solo nos hace sufrir. Entender la situación, solidarizarnos con ella y por consiguiente con nosotros implica que queremos ser felices y gozar de salud, pero ¡ojo! no quiere decir que tengamos carta blanca para hacer lo que queramos pudiendo perjudicar  nuestro bienestar.

En tu mano está el modo de afrontar las situaciones, puedes optar por la autodestrucción no consiguiendo nada o, por el contrario, aceptar que la vida está llena de fracasos y de éxitos. Sobre todo, está llena de las carcajadas que provocan esos momentos en los cuales en tu cabeza solo imperaba un pensamiento: “Tierra trágame”.