- Te presento a Olaf, es mi amigo
y nos preparará la cena. ¡Cocina muy bien! ¿Verdad Olaf? Es un poco tímido,
pero cuando te conoce es muy divertido. ¡Ya verás!
- ¡Ainoa! ¿Con quién hablas?
- ¡Con nadie! Olaf sssssshhhhhhhh.
Olaf, Teresa, Calyso… y tantos
nombres como te puedas imaginar, son los apelativos para denominar a los amigos
imaginarios que acompañan a algunos niños durante su infancia. ¿Recuerdas el
tuyo? ¡Seguro que sí! Nosotros tuvimos uno muy especial y aún hoy en día nos
gustaría recurrir a él/ella de vez en
cuando. Pero, vivimos inmersos en la realidad, y el mundo de las ensoñaciones
parece no tener un hueco en nuestros día a día. ¡Quién pudiera volver a ser
niño!
Buscamos la lógica aplastante en
todo aquello que nos rodea, y si carece de ella lo desechamos de un plumazo. ¿Por
qué dejamos de soñar? Quizás porque el mundo adulto nos indica que sirve para
poco. Lo importante, es que los niños pueden hacerlo con total libertad,
ayudándolos a desarrollar sus emociones y su creatividad.
Ilustración de Victoria Ying
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Los amigos imaginarios son esos
seres fantásticos que acompañan a los niños entre los 2 y los 6 años. Son
aquellas voces que están en su mente, que reconocen su pensamiento,
estableciendo un dialogo en el que desarrollar ideas, recrear situaciones y
resolver problemas. A esta fase pasajera se la denomina como “Etapa del pensamiento
mágico” y como padres no deberíamos preocuparnos o intervenir, ya que, solo
conseguiríamos cohibir la imaginación de los pequeños. En casos aislados, habrá
que tomar cartas en el asunto cuando se observen comportamientos anómalos, como
por ejemplo, volverse retraído, mostrar agresividad o estar impedido para
cumplir sus tareas. No descartando un sinfín de motivos que pueden estar detrás
de esta conducta.
Un dato importante es, cómo
podemos sacar provecho a esta situación para beneficiar a nuestros hijos:
- Prevenir o corregir conductas, dando indicaciones como “Dile a Olaf que no se toca el horno cuando está encendido. Quema y eso duele mucho”.
- Enseñar hábitos como “Qué te parece si enseñamos a Olaf a recoger y cuidar vuestras cosas”.
- Desarrollar la inteligencia emocional subrayando aspectos positivos o negativos, propios y ajenos.
Además, a través
del amigo imaginario los niños:
- Proyectan sus sentimientos.
- Confrontan sus conflictos y miedos.
- Desarrollan habilidades sociales y aumenta la confianza en sí mismos.
En resumen,
tener un amigo imaginario es positivo, pero recuerda, uno de los beneficios de la infancia, es jugar
con amigos reales, ya que, gracias a ellos aprendemos a ceder, a cooperar o a
desarrollar diferentes roles.
“La creatividad es la inteligencia divirtiéndose”
Albert Einstein
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