lunes, 12 de noviembre de 2012




El pasado fin de semana de este noviembre lluvioso pudimos seguir disfrutando con las aventuras de Pulgarcito, ese niño tan pequeño como el dedo pulgar. Los niños quisieron saludar desde el escenario y bailaron con los actores. Es bonito y muy enriquecedor contemplar cada día un ambiente así. Las familias vienen con sus hijos e hijas y pasan un rato con nosotros, bueno, con los cuentos, sus personajes, sus emociones...


Unos ríen, otros lloran (pocos) y la mayoría vibra con la trama de un cuento tan antiguo como la vida misma. Estamos construidos a base de cuentos, nos han ido dando pautas de crecimiento que nuestro radar biocuento interno ha ido rastreando y colocando en su lugar. Si con "Los tres cerditos" saltaban en sus butacas porque el dichoso lobo se los quería comer, con Pulgarcito se muerden las uñas agarrados a la seguridad del abrazo del padre o la madre que los protege de ese ogro disparatado que parece primo de la mujer de los Simpson. Y los padres disfrutan a su manera, reviviendo con la sonrisa ese recuerdo de niño que todavía da pataditas dentro de cada cual. Y todos nos sumergimos en un mar de sensaciones que nos hacen ser un único buque que navega con rumbo firme, todos juntos para alcanzar la costa de la tranquilidad de un crecimiento adecuado y feliz.
¡Buen viaje!

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